Mi plan original _antes de saber que me habían desterrado_ era presentarme en varias de las actividades programadas de La Vía anal montado en la silla de ruedas y caracterizado como el hombre invisible. Traje negro y manos y cabeza envueltos en vendas blancas y, además, zapatillas negras adidas y bufanda verde olivo. ¿Quién puede ser? ¿Fidel Castro, el eterno ausente, cuya última aparición pública fue en silla de ruedas y con bufanda verde en la inauguración del estudio de Kcho? Si me acusaran de eso en un juicio, siempre podría argumentar que no, que no me refería a Fidel Castro ( qué va ), sino al pintor cubano Wilfredo Lam, que dio nombre al Centro que orquesta la Bienal y que fue paseado en su silla de ruedas como un trofeo de guerra, en un desfile del primero de mayo en la Plaza de la Revolución;
o que el empleo de la silla como elemento principal en mis intervenciones poseía una intención mucho más conceptual que política, aludiendo en verdad a la obra "Una y tres sillas" ( pieza emblemática del conceptualismo, que plantea un arte que, además de los clásicos forma e imagen, también y sobre todo es idea, concepto ), de Joseph Kosuth, artista norteamericano que recibirá el premio Honoris Causa de la Universidad de las Artes de Cuba en el marco de la edición de este año de la Vía anal de La Vana ( la falta de conceptos válidos de la política cultural oficial cubana se suple entregando premios y medallas a artistas conceptuales de valor incuestionable dentro y fuera de la isla ).
Pero me negaron el acceso a la isla tres veces en menos de un mes y "La Cuarta Silla" quedó abandonada, no solo como objeto, imagen y concepto, sino como acción paralizada en el tiempo y documento o fetiche que encierra la actitud del artista ante la sociedad y ante la historia.
La silla de ruedas no solo da fe de la existencia del artista invisible ( Artecalle, Angel Delgado, ARDE, Tania Bruguera, El Sexto, Porno para Ricardo, Diásporas(s), Ana Olema, Angel Santiesteban, Hamlet Lavastida, etc, sin contar a los muertos, como Reinaldo Arenas y Lorenzo García Vega ), sino también del agente censor ( curador, espía y verdugo ) invisible que lo desaparece del mapa y de la historia de la cultura oficial, cuando no puede "bloquearlo" por las vías habituales ( sembrando cizaña, corrompiendo, adulando, intimidando... ).
No cabe duda de que, desde un punto de vista militar, la operación Bienal 2015 ha sido un éxito rotundo de los diferentes cuerpos de inteligencia del Minint, en perfecta coordinación con el Mincult. Ni uno solo de los esfuerzos de voluntad y creatividad proyectados por artistas e intelectuales independientes desde el exilio ha conseguido penetrar la barrera de seguridad. ¡Bravo por Goliat! Sin embargo, desde el punto de vista cultural, esta es una de las páginas más tristes de la historia de Cuba, junto al quinquenio gris de los años 70 y los éxodos de talentos a principios de las décadas de los 80 y de los 90.
La silla de ruedas vacía en la oscuridad, como símbolo dialéctico de la última edad de las cosas, de la hora oscura antes del amanecer del cambio y de la renovación ( del arte, de la política o de cualquier cosa ), no de la resurrección. Ya no habrá reviva la revolu, porque la parálisis de la revolución cubana es, al igual que el buen arte cubano, incurable.
¡Mil gracias pinches tiranos: sin su injerencia jamás habríamos logrado la proeza conceptual de volvernos visiblemente invisibles ante el público!
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APLAUSOS PROLONGADOS
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