martes, 13 de enero de 2015

Arte cubano: un arma de la revolución

Arte cubano: ¿Cuántos metros le pongo?

El arte ha tendido puentes entre Cuba y Estados Unidos y eso ha contribuido a restaurar las relaciones diplomáticas entre ambos gobiernos. En Cuba, el arte es un arma de la revolución, independientemente de la voluntad del artista y de la naturaleza de su obra. Pero no siempre fue así. 


Hace casi treinta años, existieron en La Habana artistas que no se dejaban manipular por el gobierno, ni escondían la cabeza en la tierra, como ahora. El fenómeno artístico más importante del arte cubano, ocurrido en la segunda mitad de los años ochenta del siglo XX, fue un arte revolucionario, pero no fue un arma de la revolución. Podría haberlo sido si la revolución hubiera sido cierta, pero no lo era. Y ése fue uno de sus grandes aportes a la cultura cubana: demostrar, con la deserción de casi una generación completa de creadores, la inexistencia de la revolución cubana, salvo en la propaganda y en la imaginación de sus creyentes. Los que se quedaron lo saben y los que vinieron después, también, porque los primeros fueron los maestros de los siguientes: 

La revolución no tiene arreglo y no se puede cambiar nada desde su interior, porque en verdad es una dictadura disfrazada de revolución. Un lobo con piel de cordero.

Quedarse en Cuba en los 90, en medio de la mayor crisis económica atravesada por el país, pareció, desde afuera, una pose valiente de los artistas que lo hicieron, pero también fue una oportunidad única que tuvieron muchos de ellos de escalar posiciones dentro de la cultura oficial y de afincarse en el mercado del arte, explotando diversos aspectos del drama social cubano, como la crisis de los balseros _que no vivieron realmente_, en el contenido de sus trabajos. Los coleccionistas europeos y americanos ignoraron la obra y el drama auténtico de los artistas que se marcharon y se lanzaron como locos a comprar arte supuestamente alternativo, pero made in La Habana

Si el artista vive y trabaja dentro de Cuba, es auténtico, pero si huye en busca de libertad, pierde el interés comercial y de la crítica. Por eso hay artistas plásticos que viven robando base, con la punta de un pie en Cuba y el resto del cuerpo en el extranjero, para poder afirmar en sus perfiles y CV que residen en la isla y así no perder el gancho comercial del artista sacrificado y puro.

Si en la Plaza de la Catedral se ofertan al turista pinturas de La Habana Vieja, de viejos coches americanos y retratos del Ché, en los estudios de los artistas y en las galerías privadas se ofertan otra clase más sofisticada y cara de souvenirs: arte independiente y a menudo crítico con el sistema, aunque en la justa medida de crítica y ambigüedad tolerada por la censura _o intuida por la autocensura_, para que solo los iniciados puedan captar sus mensajes sutiles y no contaminen a la población. El morbo del arte prohibido, como la prostitución de menores, es una de las delicatessen que se ofrecen en Cuba fuera de carte.

Y así fue durante todos estos años y nadie les reprochó a esos artistas que sacaran provecho de la situación y que al mismo tiempo vivieran aislados del resto de la sociedad en burbujas de privilegios y laureles. Pero los tiempos cambian y exigen una postura clara de sus protagonistas ante la historia. Es hora de pagar la deuda con la sociedad, pero sin que vaya a parar al bolsillo del régimen. No se trata de pagar impuestos, sino de arrimar el hombro. Ya no basta con decir yo soy artista, no político, porque en el siglo 21, en la era de Internet ( salvo para los cubanos ), toda figura pública _ya sea político, artista o saltimbanqui_, ejerce una considerable influencia sobre la opinión pública y, por tanto, posee una responsabilidad cívica que se vuelve ineludible en días de emergencia como los que estamos viviendo. 

( (( No se queden atrás: el arte ahora es política )) )

 La dictadura, invisible al público tras la revolución de atrezzo que crea y recrea la cultura cubana en su escenario, reprime con fuerza a todo el que se cruza en su camino y se mea en los derechos humanos con impunidad, y ahora, para colmo, pretende pegar un giro forzoso hacia el modelo chino de capitalismo de estado, que significa el peor de los futuros posibles para el pueblo cubano. Sin embargo, las bocas de los artistas permanecen selladas. Sus voces no se escuchan nunca para denunciar una injusticia _ni siquiera cuando se trata de colegas y amigos_, o hacer una crítica al régimen o apoyar causas condenadas o mal vistas por éste, como las que exigen la liberación del acceso a Internet y el respeto a los derechos humanos en la isla. 

Su miedo es tan profundo que no lo notan; padecen el síndrome de la rana hervida. Esconden la memoria en el silencio y desde esa oscuridad sin pasado ni destino _o autobloqueo_, tejen y destejen la misma obra noche y día _como Penélope_, convencidos de que no tiene sentido escapar, ni rebelarse, solo aguantar. Una reacción sicológica, más que decisión consciente, típica de gente alienada, como las víctimas de algunas sectas religiosas.

Pasivamente, el arte cubano se ha dejado utilizar como un arma y a veces como una geisha, por la falsa revolución y se ha vuelto complice suyo, cuando podría estar realizando la mayor proeza soñada por el arte moderno: liberar a la sociedad con arte; derrocar una dictadura y crear un mundo nuevo y mejor, desde el arte. Utopía, únicamente posible en Cuba, dónde todo es puro teatro y artistaje, si los creadores e intelectuales de la isla y del exilio descansaran sus egos y temores por un rato y sumaran sus voces para forzar un diálogo entre el esquivo gobierno de Raúl Castro y la sociedad civil cubana, antes de que la sometan a otra terapia experimental sin su consentimiento. 

¿Qué nos impide _ahora que están de moda los remakes y los reencuentros_ volver a reunirnos todos _artistas que aguantamos dentro y fuera de la isla_ en La Habana, durante la Bienal _por ejemplo_, para celebrar un nuevo juego de pelota libertaria contra la censura y la oscuridad?






En la UNEAC está la fuerza.




fiN


Una producción de CAstor JABAo patrocinada por la Campaña ¡Raúl Castro Rúz: Libre acceso a Internet para todos los cubanos! http://www.change.org/freeinternetcuba ¡2306 firmas y subiendo. #Firma y #Pásalo!



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